Los padres del desierto nos enseñan una espiritualidad desde abajo. Ellos nos indican que hemos de comenzar por nosotros mismos y nuestras pasiones. El camino hacia Dios, según ellos, está siempre basado en el propio conocimiento. Evagrio Póntico lo formula así: “¿quieres conocer a Dios? Aprende antes a conocerte a ti mismo”. Sin este conocimiento, estamos siempre en peligro que nuestra idea de Dios sea una pura proyección de nosotros mismos. Hay también devotos que huyen de su propia realidad y se refugian en la piedad. A pesar de la oración y de su piedad, no cambian, sino que se sirven de la piedad para elevarse sobre los demás, para afirmarse más en su impecabilidad, en su incapacidad de cometer faltas.
En los padres del monacato encontramos un estilo totalmente distinto de piedad. Aquí lo primero que se pide es honestidad y autenticidad. Esto, sin embargo, lleva a una comprensión amorosa para con todos aquellos que no van por el mismo camino. Poimén, un experimentado padre antiguo, explica que a un gran teólogo la espiritualidad desde abajo. El famoso teólogo viene a hablar con el anciano sobre la vida espiritual, sobre cosas del cielo, sobre Dios uno y trino. Poimén le escucha sin responder nada. Decepcionado el teólogo se disponía ya a abandonar al monje, cuando un acompañante suyo se acerca a Poimén y le dice: “Padre, este gran hombre, que en su entorno tiene tanto prestigio, viene precisamente por usted. ¿Por qué no le ha hablado?”. El anciano le respondió: “Él está en las alturas, habla de cosas celestiales; yo en cambio, pertenezco a los de abajo y trato de cosas terrenas. Si él hubiera hablado de las pasiones del alma, yo le habría contestado muy gustosamente. Pero como habla de cosas espirituales, yo de eso no entiendo” (Apo, 582).
Anselm Grün
Del libro “La sabiduría de los padres del desierto”
“El sabio, aunque se halle en un sueño firme, no sueña,
aunque duerma no duerme,
aunque despierte no está en realidad despierto.
Feliz se halla en cualquier situación”
El cantar de Ahstavakra